miércoles, 1 de junio de 2011

Solo necesito escribir algo y mis manos no alcanzan a agarrar mi diario.

Los días pasan lentamente, pero pasan, yo sigo aquí casi igual que ayer con pequeñas diferencias cada día, pequeñas diferencias que se hacen grandes cuando piensas en el transcurso de un año, pero mañana, mañana seguro estaré igual que hoy, igual que ayer, o parecida… Sola en este cuarto, sola, pensando en alguien que no existe, o que al menos todavía no aparece, pensando en lo bueno que sería si estuviera aquí, porque todo lo diferente, todo lo que cambie, es bueno, la vida es eso: cambio.
Pienso en ti y no imagino el día en que te encuentre, el día en que dejemos de correr hacia direcciones contrarias buscándonos uno al otro, el día en que por fin algo cambie, ese momento en el que logre pensar de una manera diferente, ese día que, aunque otro día se termine, recuerde para siempre, esa historia que contar, la que repetiré una y otra vez hasta que parezca un cuento de hadas como todos los demás, sin importarme lo tonta que pueda parecer. A veces, solo a veces, cuando no estoy muy ocupada, quisiera tenerte aquí, quisiera acabar con la espera, a veces, no entiendo qué está mal conmigo, por momentos me siento vieja aunque me quede más por vivir de lo que ya he vivido, y no por la experiencia porque de eso tengo poco sino por la espera, por la espera de que mi vida llegue, toda mi vida es: vivía allá, después viví ahí, ahora vivo aquí, estudié allá, después ahí, luego en ese lugar y ahora en este otro, lugares, lugares sin atadura, lugares simples lugares sin una fuerza que me amarre a ellos, sin un nombre, soledad, dulce soledad que me acompaña a todos ellos. Qué difícil será separarme de ella cuando te encuentre a ti, porque cada día me acostumbro más, porque cada día entiendo que te falta mucho para estar, que te falta mucho para ser, porque sé que mientras más te pienso más te pierdo.

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