jueves, 2 de junio de 2011

Así como pasan los segundos.

Falta poco para que se cumpla ese año que me prometiste, esa segunda vez que nos encontraríamos, esa segunda vez que definiría todo, esa segunda oportunidad de apostarlo todo por una locura; como siempre hay algo inesperado que cambia los planes, algo que juega a mover las piezas del modo que se le antoje y no como a las piezas se les antoje, algo que supo lo que no ocurriría desde antes de pensar en ello, lo bueno es que no lo dijo, lo bueno es que dejó que las marionetas creyeran que tenían el control.
Conté los meses hasta que olvidé que estaba esperando algo, escribí hasta que olvidé la idea principal, soñé hasta el punto de confundir los sueños con recuerdos. Y llegó el momento en el que me enteraría de que el tiempo perdido siempre estuvo aquí, de que nunca tuve nada que esperar porque se espera solo cuando se sabe que llegará, llegó el momento en el que no entiendes qué querías, qué esperabas, llega ese instante en el que sientes que nada pasó, que todo sigue igual y así seguirá, con esos pequeños sobresaltos que sirven para armar historias que al final no son más que mentiras disfrazadas de memoria.

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