miércoles, 26 de septiembre de 2012

Morimos siempre, 
todos los días,
a todas horas, 
en el metro, 
cruzando la calle, 
sentados, 
mientras estudiamos o fingimos hacerlo, mientras amamos o fingimos hacerlo,
a veces de tanto fingir 
nos convertimos en actores 
de nuestra propia tragedia, 
pero no hay muerte ni resurrección actuada 
porque siempre morimos, 
morimos en el cine, 
morimos en un beso o en la ausencia de uno, 
morimos intentando subir, 
pero deseando bajar, 
en las colas, 
en el mercado, 
en la ducha, 
haciendo zapping, 
cantando, 
fingiendo morir morimos, 
y morimos cada vez que sale el sol 
y cada vez que se pone resucitamos 
sola 
y únicamente 
para seguir muriendo.