Morimos siempre,
todos los días,
a todas horas,
en el metro,
cruzando la calle,
sentados,
mientras estudiamos o fingimos hacerlo, mientras amamos o fingimos hacerlo,
a veces de tanto fingir
nos convertimos en actores
de nuestra propia tragedia,
pero no hay muerte ni resurrección actuada
porque siempre morimos,
morimos en el cine,
morimos en un beso o en la ausencia de uno,
morimos intentando subir,
pero deseando bajar,
en las colas,
en el mercado,
en la ducha,
haciendo zapping,
cantando,
fingiendo morir morimos,
y morimos cada vez que sale el sol
y cada vez que se pone resucitamos
sola
y únicamente
para seguir muriendo.